diciembre 12, 2021

Emigración de los Diez de Sollano, de las Encartaciones de Vizcaya a la Nueva España

        La madre del Beato Álvaro del Portillo y Diez de Sollano (1914-1994) se llamaba doña Clementina Diez de Sollano. Su apellido proviene del Concejo de Zalla, en las Encartaciones de Vizcaya. Antes del siglo XVII hay registros parroquiales de este apellido en Zalla, y también en Güeñes, otro concejo que dista cuatro kilómetros de Zalla.

Zalla, las Encartaciones, Vizcaya

        Desde esa comarca de Vizcaya —situada al sureste y que colinda con las provincias de Cantabria y Burgos— hubo una notable emigración a la Nueva España durante el siglo XVIII. Algunos vizcaínos se establecieron en San Miguel el Grande (actualmente San Miguel de Allende), en el estado de Guanajuato, y se dedicaron a la ganadería. Entre ellos estaban Francisco José de Landeta, Francisco de Urtusuástegui, Domingo de Unzaga, Juan Antonio de Arezana, Pedro de Arregui, Antonio de Lanzagorta, Pedro Francisco de la Puente, y los hermanos José Julián y Juan Antonio de Yermo Larrazabal.

Los dos hermanos Yermo procedían de Güeñes, al igual que una rama de los Diez de Sollano —que emparentó con ellos, en la Nueva España, a mediados del siglo XVIII— y que llamaremos «linaje A». Veamos cuál fue la relación de los Yermo con los Diez de Sollano. 

Linaje A 

Juan Antonio Yermo Larrazabal (1728-1791) casó en la Catedral de México con María Ignacia Diez de Sollano Bueno de Basori (1740-1801), el 5-X-1760. Fueron padres de María Josefa Yermo Diez de Sollano (1774), que casó el 21-II-1790, en el Sagrario de la Catedral de México, con su primo hermano Gabriel Joaquín de Yermo Bárcena (1757-1813), que era hijo de José Julián de Yermo Larrazabal (1724) y Francisca Bárcena Martínez de Lejarza.

Los padres de María Ignacia Diez de Sollano Bueno de Basori eran Francisco Diez de Sollano Bueno de Basori, y Apolonia Bueno de Basori Zavala. Él había nacido en Güeñes, Vizcaya, hacia 1710, y ella en la Ciudad de México, en 1714.

Apolonia Bueno de Basori era hija de Pedro Bueno de Basori y de Francisca de Zavala. Él fue originario de Güeñes y vecino de México a principios del siglo XVIII. Era Contador del Real Tribunal del Consulado y de la Real Aduana de dicho lugar. Además, hizo el primer proyecto arquitectónico del Colegio de las Vizcaínas, en la Ciudad de México. Perteneció a la Cofradía de Aránzazu. Murió antes de 1732.    

Francisco Diez de Sollano Bueno de Basori es el primero que llegó a la Nueva España, con este apellido. Al menos, por ahora, en nuestra investigación, no hemos encontrado otro anterior. De él desciende un linaje novohispano de los Diez de Sollano con dos ramas, que se establecieron en San Miguel en Grande y en la Ciudad de México. El origen más inmediato de este linaje —que hemos llamado «linaje A»— es el Concejo de Güeñes.  

Quizá Francisco Diez de Sollano pasó los primeros años, en torno a 1730, en San Miguel el Grande —con sus compatriotas vizcaínos—, pero finalmente se estableció en la Ciudad de México, pues ahí se casó, hacia 1735, con Apolonia Bueno de Basori Zavala. Este matrimonio tuvo, al menos, dos hijos: María Ignacia (1740) y Joaquín Francisco (c.1745), que fueron, respectivamente, antepasados de San José María de Yermo y Parres (1851-1904) y de S.E. José María Diez de Sollano y Dávalos (1819-1881), primer obispo de León. 

Linaje B

El linaje o varonía del que procede don Álvaro del Portillo no es este, sino otro que viene directamente del Concejo de Zalla. Lo llamaremos «linaje B». Tiene también dos ramas. Ambos linajes —el A y el B— provienen de un tronco común, que se remonta, al menos, al siglo XVI. El primer representante del linaje B debió nacer hacia 1620. También se llamaba Francisco Diez de Sollano pero, a diferencia del «Francisco» del linaje A, que nació en Güeñes, este nació en Zalla, lugar de origen de los primitivos «Diez de Sollano».

Hubo cinco generaciones del linaje B en Zalla. El representante de la quinta generación se llamaba Manuel Diez de Sollano (Zalla, 1737), y emparentó con el linaje A, pues se casó —en Güeñes, el año 1760— con María Antonia de Castaños Diez de Sollano. Ella era hija de José Castaños y Antonia Diez de Sollano (hermana de Francisco Diez de Sollano Bueno de Basori, el que llegó a la Nueva España antes de 1730). Ambos hermanos pertenecen al linaje A, pero una hija de Antonia, llamada María Antonia de Castaños, se casó con Manuel Diez de Sollano, perteneciente al linaje B, que es del que proviene la madre de don Álvaro, doña Clementina Diez de Sollano. 

Ya hemos visto como se llevó a cabo la emigración del linaje A, antes de 1730, con Francisco Diez de Sollano Bueno de Basori. Ahora veremos cómo fue la emigración del linaje B a la Nueva España.

Francisco Demetrio Diez de Sollano Castaños, hijo de Manuel y María Antonia, pidió licencia para pasar a la Nueva España en 1794. Tenía 23 años de edad. Se sirvió del parentesco que tenía con doña María Ignacia Diez de Sollano Bueno de Basori (hija de Francisco y Apolonia), que era prima hermana de su madre. Un yerno de María Ignacia, llamado Gabriel Joaquín de Yermo Bárcena, fue quien aceptó recibirlo en su casa de México. En las diligencias llevadas a cabo, intervinieron también otros familiares de Francisco Demetrio: su tío Fernando Castaños, y su hermano José Diez de Sollano, que era su tutor y curador, pues los padres de ambos ya habían fallecido. Finalmente, en 1795, el Rey dio licencia a Francisco Demetrio Diez de Sollano para que pasara a la Nueva España y colaborara en el giro comercial que tenía su pariente Joaquín Gabriel de Yermo. Este giro era la exportación de azúcar de la Nueva España a Cádiz. 

La familia Yermo, en el último tercio del siglo XVIII, había pasado de dedicarse a la explotación ganadera (sobre todo en San Miguel de Allende) a adquirir algunas haciendas azucareras en el estado de Morelos, en la zona de Cuernavaca. 

Por esta razón, los miembros del linaje B de los Diez de Sollano se establecieron en la Ciudad de México y en Cuernavaca, pasando temporadas en ambas ciudades.

El primer antepasado de don Álvaro —Diez de Sollano— que llegó a México fue un hijo de José Diez de Sollano Castaños (Zalla, 1768), el hermano mayor que fue tutor y curador de Francisco Demetrio (Zalla, 1771) en las diligencias para pasar a la Nueva España. José había casado —el 17-IX-1792, en Zalla Vizcaya— con María Vicenta Sarachaga San Cristobal. Tuvieron por hijos, entre otros, a: 1º) Ramón Paulino (1798), y 2º) José María (1801). 

José María Diez de Sollano Sarachaga (Zalla, 1801), el hermano más joven, fue quien se traslado, en 1817, a la Nueva España, para trabajar con un hijo de Gabriel Joaquín de Yermo, llamado José María de Yermo Yermo, y que era primo en tercer grado. En 1824 adquirió la Hacienda de San Antonio del Puente y su anexa la Hacienda de Buenavista, ambas en la zona de Cuernavaca. El 20 de abril de 1826, casó en esa ciudad con doña Salomé Sarmina Valdovinos, originaria de Cuernavaca.

Ramón Paulino Diez de Sollano Sarachaga (Zalla, 1798), el hermano mayor, se quedó en Vizcaya, así como su hijo Bernardino Diez de Sollano Traslaviña (1824-1880). Pero un hijo de este último, Ramón Diez de Sollano Escubi (1855-1929), se emigró a México y, el 24 de abril de 1884, casó con una prima segunda suya, nieta de su tío abuelo José María Diez de Sollano Sarachaga. Se llamaba María de los Ángeles Portillo Diez de Sollano y fue la madre de Clementina Diez de Sollano del Portillo, madre de don Álvaro. 

De esta manera, se enlazaron las dos ramas «Diez de Sollano» del linaje B. Por lo tanto, haciendo un resumen de la emigración de los Diez de Sollano desde las Encartaciones de Vizcaya a México, podemos decir que hubo tres migraciones (la primera del linaje A y las dos restantes del linaje B): 

—Primera: la de Francisco Diez de Sollano Bueno de Basori, hacia 1730. 

—Segunda: la de José María Diez de Sollano Sarachaga, en 1817. 

—Tercera: la de Ramon Diez de Sollano Ussía, hacia 1880.    


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