junio 27, 2012

ADN de nuestro último apellido en cada generación

1. El último apellido de cada generación

     En el mundo hispano, todos solemos tener dos apellidos: el de nuestro padre primero (Cano), y luego el de nuestra madre (Sordo). Si pasamos a la generación anterior, la de nuestros abuelos, el orden de los apellidos es el siguiente: 1° abuelo paterno (Cano), 2° abuelo materno (Sordo), 3° abuela paterna (Faro) y 4° abuela materna (Madaleno). Por lo tanto, en nuestro caso, el último apellido en esta generación ya no es Sordo, sino Madaleno (bajar archivo .pdf sobre nociones de genética poblacional en el primer párrafo de esa página).

Ignacia Quintanar (1802-1865),
nuestra tatarabuela "más materna"
      El último apellido, en cada generación, es el más materno de todos. Por eso nunca es el mismo. Por ejemplo, si hacemos la lista de nuestros 16 tatarabuelos (ocho hombres y ocho mujeres), la tatarabuela n° 16 (Ignacia Quintanar) es la más materna de todas, porque es la madre de nuestra bisabuela materna (Paz Domínguez), la abuela de nuestra abuela materna (Carmen Madaleno), la bisabuela de nuestra madre (Conchita Sordo). Representa una línea totalmente femenina de madres, hasta llegar a nuestra madre.

     En la cultura occidental, se dá más importancia al padre en la trasmisión del apellido. Pero si nuestro régimen fuera matriarcal, tendríamos un apellido totalmente distinto del que tenemos: el trasmitido a través de las mujeres de nuestra familia.

     En cierta manera, la herencia más "física", más ligada a la tierra, que tenemos, es precisamente esa herencia femenina de la madre que nos trajo al mundo en un lugar determinado del planeta, siendo, a su vez, ella dada a luz por su madre (nuestra abuela materna) y así sucesivamente hasta la "Eva mitocondrial" y luego hasta la "Eva real".

2. Nuestro "ADN mitocondrial"

     En el post anterior ("El ADN del apellido CANO") revisamos los resultados del examen de ADN del cromosoma-Y de nuestra línea "principal", es decir, de la primera línea de varones de nuestra familia. Ahora veremos el resultado del examen de ADN de nuestra línea femenina: la del nuestro "último apellido". Es el ADN que se encuentra en las mitocondrias de nuestra madre (Conchita Sordo) y de todos sus siete hijos. Aunque también lo tenemos los hijos varones, sólo lo trasmiten las hijas mujeres a su descendencia.
Diferencia entre el ADN del núcleo
y el ADN mitocondrial

     Las mitocondrias son partículas de las células que tienen muchas propiedades adecuadas para la genática poblacional, pues contienen restos de material genético, es decir, de ADN. Ese ADN tiene la característica especial de que no se combina, pues no forma parte del ADN del núcleo de la célula, en donde están los 46 cromosomas que cada uno tenemos.

     En resumen, lo que la muestra de ADN mitocondrial nos revela es que la línea "exclusivamente femenina" de nuestras antepasadas (madre, abuela materna, bisabuela materno materna, etc.) procede de una mujer que, hace unos 15 mil año, atravesó el Estrecho de Bering (o Puente de Beringia) y llegó a América con los primeros hombres que poblaron este continenete.

     Esa mujer, tuvo una hija, y esa hija tuvo otra hija; y, así, de hija en hija, el ADN de esa primera mujer ha llegado a las antepasadas nuestras que ocupan el último lugar en cada generación. Por ejemplo, en la generación de los sextos abuelos (formada por 128 antepasados), la que lleva ese ADN es la útima 6a. abuela (la n° 128 que, en nuestro caso, es Dolores Ruiz Servín).

3. Viaje genético desde la "Eva mitocondrial" hasta nuestra generación  

     Los resultados obtenidos de la muestra de ADN mitocondrial (que se tomó Titi Cano Sordo), que enviamos a los laboratorios del The Genographic Proyect, nos revelan que e trata del ADN correspondiente al Haplogrupo A (Subgrupo A). Hay cinco haplogrupos de mujeres emigradas a América (A, B, C, D y X). Todos proceden de Asia y, más remotamente, de África.

     El viaje que hicieron nuestras antepasadas desde África es como sigue:

- Hace unos 150 mil años, vivió en África una mujer, de la cual procedemos todos los hombres actuales. La llamamos "Eva mitocondiral" porque, a través del examen del ADN mitocondrial, podemos inferir este dato.
- Hace unos 80 mil años, una descendiente de esa muejer sufrió una mutación en su ADM mitocondrial (llamada L3). Algunos de sus descendientes, hace 50 mil años, fueron los primeros hombres en salir de África.
- Una de sus descendientes, hace unos 50 mil años,  sufrió otra mutación (llamada N) cuando se dirigía su clan hacia Asia, atravesando las montañas del Nudo de Pamir.
- Tiempo después (hace unos 40 mil años) una mujer que vivía entre el mar Caspio y el Lago Balkai, en Asia Central, sufrió otra mutación (llamada A) y sus descendienes se dirigieron a Siberia, donde vivieron unos 20 mil años en condiciones climátologicas de extremo frío.
- Una descendiente de esa mujer, hace unos 15 mil años, atravesó el Estrecho de Bering, junto con unas pocas docenas de hombres, y se dirigió por un corredor que forman las montañas rocosas, a las grandes planicies del centro de Norte América.
- Por fin, una descendiente suya (no sasbemos cuándo) llegó al Bajío mexicano. De ella es descendiente, por vía femenina, doña Dolores Ruiz Servín, que nació en Querétaro hacia el año de 1718, y que es la bisabuela materno-matrerna de nuestra tatarabuela, Ignacia Quintanar (1802-1865).

     Para obtener más información, se pueden ver más datos en la página de nuestros BISABUELOS.   

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